El sector empresarial de la hostelería francesa opina sobre soberanía alimentaria
Thierry Marx, presidente de la Union des Métiers et des Industries de l’Hôtellerie (UMIH), Pascal Peltier, director general de METRO France y Arnaud Rousseau, presidente de la Federación Nacional de Sindicatos de Agricultores (FNSEA) han firmado conjuntamente un informe dirigido a los flamantes parlamentarios de su país para que tomen nota de lo que se avecina.
Como principales organizaciones representativas del sector de la Alimentación Fuera del Hogar (OOH) que vincula todos los eslabones de una misma cadena de valor, desde la producción hasta la restauración, pasando por la distribución a los profesionales las tres han querido dar una opinión común sobre soberanía alimentaria.
¿De qué se trata? Pues de: “Promover nuestra producción y nuestro saber hacer, fomentar un comportamiento virtuoso de los consumidores, preservar la capacidad de innovación de las empresas francesas, promover la formación en nuestras profesiones, defender la competencia leal en los mercados internacionales, mejorar la trazabilidad y el etiquetado de los productos y garantizar que todos los actores estén bien remunerados”.
Los firmantes justifican que cabe de hablar de emergencia y la justifican en que, en la actualidad, 10.000 granjas y 5.000 restaurantes o cafés cierran cada año. Emergencia territorial a la que se une la económica, porque estos cierres provocan la destrucción de empleo y la pérdida de ingresos para las finanzas públicas. También emergencia sanitaria ante las consecuencias de la desnutrición (obesidad, diabetes, cáncer). Y social, porque a menudo es en la elección de los productos alimenticios o de dónde comer es donde los consumidores con poder adquisitivo limitado ahorran dinero.
¡Más emergencias aún!:La ambiental porque la transición ecológica requiere modos de producción, distribución y consumo de alimentos más responsables. O la cultural porque la diversidad de productos alimenticios, la riqueza de las tradiciones culinarias debe seguir siendo las joyas de la influencia francesa.
Por otra parte, si la gastronomía francesa está catalogada como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, la comida francesa crea lazos sociales a diario dentro de familias, amigos o colegas, y la hostelería aporta vitalidad a barrios y territorios.
Tal emergencia es asunto de todos, y se pide una actuación conjunta basada en dos ejes. Primero, crear las condiciones para la soberanía alimentaria. Todo el sector debe hacer una apuesta clara por la promoción de los productos de calidad de origen francés. La agricultura francesa es ahora reconocida como una de las más sostenibles del mundo. En cuanto a la restauración fuera del hogar, se han cerrado alianzas que ha permitido aumentar la cuota de compras de productos franceses y locales.
A partir de ahí, debemos dar vida a la soberanía alimentaria en el día a día. Los franceses deben redescubrir el placer de comer, cocinar e ir a restaurantes. ¿Cómo podemos animarlos a hacerlo? Dicen los firmantes del manifiesto. En primer lugar, educando a las personas sobre la alimentación saludable, lo que contribuye al cambio sostenible de los hábitos alimentarios. Podríamos pensar en un enfoque transdisciplinario, talleres que combinaran biología, historia y geografía, matemáticas, responsabilidad ambiental, lengua francesa… Economía también: sería una oportunidad para que los estudiantes comprendieran la noción del valor de los productos más allá del precio, para descubrir trabajos que muchos de ellos desconocen, para tomar conciencia de los puentes entre mundos que imaginan muy compartimentados: la granja, la fábrica, la tienda, el restaurante. ¡Qué gran perspectiva permitir que las generaciones más jóvenes se apropien plenamente del concepto de «soberanía alimentaria» habiendo comprendido sus implicaciones, entendiéndolo como una oportunidad para vivir mejor y no como una limitación!
Los representantes de las tres organizaciones se ofrecen a los parlamentarios para desarrollar soluciones. No se trata de crear nuevas y contraproducentes restricciones normativas y fiscales en un modelo que se encuentra entre los más regulados del mundo, sino legislar con responsabilidad, para que la comida sea, durante mucho tiempo, un pilar del arte de vivir francés, sinónimo de placer, salud y orgullo.